Sin perder el hilo
Teseo y Cassandra. Dos personajes de la mitología griega a quienes el destino les regaló situaciones para volverlos locos de remate. Pero ¿cómo una cayó y se quedó solo, y el otro literalmente, no perdió el hilo? ¿Qué aprendemos de estos jóvenes fantásticos en un mundo mega acelerado, que adora a la productividad y, aparte, en el mes del año con más propósitos y metas?
Ya te lo cuento.
Desempolvemos un poco la memoria: Teseo era un príncipe poco común en su época, la muy muy antigua Grecia, porque quiso salvar a su pueblo de una situación, digamos, desventajosa. Cada siete años el rey en mando tenía que sacrificar a catorce jóvenes. Teseo se ofrece y adopta la misión de matar al minotauro. ¿Cómo salir bien librado de esa tarea?
Casandra, ah, pobre Casandra, era una princesa hermosísima, pero tuvo la mala suerte de que un dios se enamorara de ella. “¿Mala suerte, dices?”. Pues sí, porque Casandra no estaba interesada y fue castigada por ello. Se le dio el poder de la adivinación y pudo ver el acabose de su ciudad. Con la predicción se le maldijo: nadie iba a creerle nadita. ¿Cómo salvarlos si la consideraban una loca?
Bueno, estamos lejos de estos mitos, afortunadamente, pero podemos parecernos a Teseo y Casandra en enero, porque todos tenemos tareas asignadas o metas por cumplir. Los dichosos propósitos. Como Teseo, nos ponemos en el papel de héroes. O como Casandra hablamos de un futuro que nadie conoce. La diferencia entre los dos es evidente y fundamental. Teseo tuvo ayuda externa.
Sí, a Ariadna. Su enamorada le dio una madeja de hilo para que no se perdiera en el laberinto del minotauro (no fue trampa, en las reglas de “cómo alimentar a su minotauro” nada decía salir con vida usando fibras textiles).
Entonces, para que salgas bien librado como Teseo, aquí te va tu madeja:
4 técnicas para no perder el enfoque
- El minotauro de hoy se llama multitasking. No existe y solo te roba concentración. Mejor designa tiempo para tus tareas, bloquea ese espacio en el calendario y comprométete.
- Si te internas en el laberinto, no te pierdes, y por laberinto nos referimos al silencio. Es fácil perder el enfoque cuando hay un mundo de estímulos a tu alrededor. Busca un lugar callado, elimina distracciones y shhhh.
- Mejor que una madeja, un mapa. ¡La estrategia, señoras y señores, se trata de estrategia! Si esa meta que te pusiste es larga, como escribir un libro, necesitas estructurarla en una estrategia. Luego conviértela en acciones y apúntalas en un calendario. Y agárrate de ahí como Teseo a su hilo. Paso a paso hasta llegar al final.
- Por último, cómete la rana. Mark Twain, escritor, dijo: “Si tienes que comer una rana, lo mejor es hacerlo a primera hora de la mañana y nada peor te sucederá durante el resto del día”. Bueno, tu tarea es esa rana. Ni sabes la paz que sientes luego que sacaste al anfibio de tu lista de pendientes.
Estos consejos funcionan bastante mejor si los asocias a un ritual. El cuerpo tiene memoria y si lo entrenas para concentrarte por medio de una actividad física previa, una bebida calientita o música, será más fácil no alocarte como Casandra, pobre Casandra.
Que este 2025 libremos el laberinto del minotauro y, recuerda, si ya estás ahí, disfrútalo, que la adrenalina y la presión también son fuentes de inspiración.